Programa DIRAJus

En GIZ Costa Rica, el Día Internacional de los Derechos Humanos no fue una fecha más en el calendario. Este 10 de diciembre se convirtió en una invitación a volver al origen y recordar que “los derechos humanos son lo esencial de cada día”. La conmemoración se realizó en el marco de la actividad del personal nacional —así como del personal enviado que actualmente se encuentra en el país— y contó con la presencia de la Sra. Ana Wittemborg, directora regional de GIZ Centroamérica, y del Sr. Jürgen Klenk, director del Clúster Costa Rica.

La actividad conmemorativa estuvo a cargo del Programa DIRAJus – Derecho Internacional Regional y Acceso a la Justicia, que desarrolló una dinámica orientada a fortalecer la conciencia sobre nuestro rol cotidiano en la protección y promoción de los derechos humanos.

La Sra.Viola Böelscher, directora del Programa DIRAJus, instó a los participantes a mirar más allá de la conmemoración y reconocer el verdadero alcance de los derechos humanos en la vida diaria. Recordó que estos principios abarcan mucho más que declaraciones solemnes: se expresan en el acceso al agua potable, la salud, la educación, la igualdad de género, la prohibición de la tortura y la esclavitud, el debido proceso y la protección de la niñez, los pueblos indígenas y las personas con discapacidad. Subrayó también que muchos de estos derechos —hoy cuestionados o minimizados alrededor del mundo— requieren una defensa activa y consciente. “Los derechos humanos no son un discurso ni un aniversario”, enfatizó. “Son una práctica diaria, una guía ética y una responsabilidad compartida que comienza por cada uno de nosotros”.

Un mural que convierte las palabras en compromiso

La reflexión tomó forma a través de una dinámica en la que cada colega escribió, dentro de la silueta de una mano, un derecho o un compromiso desde su ámbito personal y profesional, reafirmando así su responsabilidad de promoverlo y defenderlo.

El gesto, sencillo pero profundo, transformó el mural en una obra colectiva que resume el espíritu de la jornada: cada mano es una responsabilidad asumida, una convicción personal y un aporte concreto para que los derechos humanos se traduzcan en acciones cotidianas.