La inteligencia artificial evoca imágenes de máquinas que capaces de pensar y actuar como las personas humanas, la realidad es más prosaica y tiende a usarse para describir softwares que pueden, hasta cierto punto, "aprender", resolver problemas y encontrar patrones. Sin embargo, los ejemplos recientes de uso indebido, hacen pensar sobre como afrontar las consecuencias no deseadas por la inteligencia artificial por ejemplo enero del año anterior un hombre afroamericano en Michigan, en Estados Unidos, fue arrestado por un delito de hurto del que no sabía nada. Fue detenido después de ser esposado frente a su casa delante de su familia.
Se cree que este es el primer arresto injusto de este tipo: los oficiales de policía involucrados habían confiado en una inteligencia artificial de reconocimiento facial para atrapar al hombre, pero la herramienta no había aprendido a reconocer las diferencias entre los rostros de los ciudadanos negros porque las imágenes que se usaron para entrenarlo habían sido en su mayoría de caras blancas. Por suerte, rápidamente quedó claro que no se parecía en nada al sospechoso que se ve en una foto tomada de las cámaras de seguridad de la tienda, y fue liberado, aunque pasó varias horas en la cárcel.
Y, en julio, hubo un alboroto en el Reino Unido, cuando los sueños de muchos estudiantes que esperaban ir a la universidad de su elección se frustraron, cuando se utilizó un programa para evaluar sus calificaciones, ya que los exámenes tradicionales se habían cancelado, debido a la pandemia de COVID-19.
Por estas razones, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) está consultando a una amplia gama de grupos, incluidos representantes de la sociedad civil, el sector privado y el público en general, con el fin de establecer estándares internacionales de inteligencia artificial y garantizar que la tecnología tenga una sólida base ética, que abarque el estado de derecho y la promoción de los derechos humanos.